"Hace un año que no duermo".

Duérmete niño, pero sin llorar sería el nombre de mi libro, si pudiera enseñar a dormir a mi hijo. Por qué especialistas no recomiendan el polémico método de dejar llorar a un niño hasta el cansancio
"Dormí todo lo que puedas ahora porque cuando nazca no dormís nunca más". La frase poco feliz es el veredicto con el que muchos se despachan ni bien les contás que vas a ser mamá.


#Hijo (no vamos a revelar su nombre, pobre, él no tiene la culpa de que la madre sea periodista y escriba sus intimidades) tiene 13 meses y nunca fue un fanático del dormir. Por más cansado que esté, se resiste a dormirse y tiene el sueño más liviano que conozco, como suelo decirle. Ya debí imaginarlo en el sanatorio cuando nació. La primera noche la pasó a upa mío. Ponerlo en la cunita era similar a apoyarlo en una cama de clavos (¡Y con razón! ¿Hay algo más frío y rígido que esas cunas de plástico?). "Quiere olerte, necesita apego", me recomendó la neonatóloga. Y yo me lo pegué.

Y como no creo eso de que los niños nos tomen el pelo, ni sean manipuladores, prefiero pensar que #hijo –como todos los bebés– llora, pide upa y reclama atención simplemente (y precisamente) porque es bebé. De ahí que no entienda (¡ni le interese!) que yo tenga sueño o quiera dormir de corrido porque tengo que ir a trabajar.

Algo tenía que hacer. ¿Pero qué? Porque si bien recibí y recibo consejos a diario (acabo de incluir a la maternidad en la misma categoría que el fúltbol: todos son expertos) por un lado, no quiero interrumpir la lactancia a causa del mal dormir familiar; mi idea es que el destete sea natural, y por otro lado, no soy partidaria de dejarlo llorar, no lo puedo escuchar ni dos minutos sin ir a "socorrerlo". Así que en casa, nada de "duérmete niño" (se conoce así a un método que propone enseñar al bebé a dormir y dejarlo llorar por espacios de tiempo hasta que se duerma solo).

Así fue que escribí desesperada a la licenciada Lorena Ruda (MN 44247) para hacer una nota casi de autoayuda. Después de todo, el mío debe ser un "drama" que ocurre en más de un hogar.

"Antes que nazca nuestro hijo ya estamos deseando que duerma bien, ya nos preguntamos cómo será despertarse de noche y cómo nos vamos a organizar teniendo sueño. Quiere decir que ya nos anticipamos a una situación que aún desconocemos pero que, justamente por eso, necesitamos tener controlada, aunque sea suponiendo lo peor". Así comenzó respondiendo mi llamado la especialista en maternidad y crianza, para luego agregar que "muchas personas se adaptan sin problemas a entregarse a los horarios del bebé y aprenden a descansar cuando el bebé descansa, y a otras les cuesta un poco más, pero, aun sin saber de dónde sacan las fuerzas, lo logran".

"EL SUEÑO ES UN PROCESO EVOLUTIVO Y MADURATIVO QUE ATRAVIESA DIFERENTES ETAPAS DE DISTINTA DURACIÓN EN CADA BEBÉ"
El tema del sueño del bebé es uno de los temas centrales en nuestra vida a partir de su nacimiento. Todos los días hacemos el recuento de horas que durmió de corrido y se lo contamos a todo el mundo, además de que es la pregunta obligada que cada persona nos hace.

Si bien es sabido y hasta esperable que al principio se despierte cada dos o tres horas, es común escuchar que a partir de los tres meses empiezan a espaciarse los despertares y hacerse más largos los períodos de sueño. Bueno, a mí no me pasó. Y fui corriéndome la zanahoria. "Quizá cuando cene queda más satisfecho y duerme"; "tal vez cuando gatee se canse". Nada, #hijo iba de mal en peor. Llegó a despertarse durante una semana cada 40/50 minutos. Creí morir.

Según Ruda, "hay varias causas por las que un bebé se puede despertar de noche. Sin embargo es común que de lo normal hagamos un problema sólo por desconocimiento o por estar comparando con otros bebés". "Hay que saber que cada bebé es único y no es tan fácil generalizar, sin embargo hay bastantes causas comunes a la hora de entender qué pasa con un bebé que se despierta sistemáticamente durante la noche", analizó.

Tras asegurar que "el sueño es un proceso evolutivo y madurativo que atraviesa diferentes etapas de distinta duración en cada bebé", la especialista amplió: "En un principio los bebés necesitan comer cada dos o tres horas para evitar la hipoglucemia y es por esto que se despiertan tan seguido. Los ciclos del sueño del recién nacido son menos que los de un adulto, siendo solamente dos en el primer caso y cinco en el segundo. Con lo cual pasan del sueño profundo al liviano más rápidamente justamente para despertarse para comer y para confirmar que sus papás están ahí, cerca".

Y disparó: "De acuerdo a la edad, los despertares nocturnos esperables van cambiando, pero lo importante es saber que recién a los seis años el sueño de un chico es similar al del adulto".

Ruda explicó que los adultos y los niños tenemos despertares nocturnos e hizo hincapié en que la diferencia principal radica en que los adultos ya sabemos cómo hacer para volver a dormirnos y los bebés y niños no. Sin embargo, consideró que "no hay un método para aprender a dormir ya que nacemos sabiendo dormir, desde el útero ya dormimos". "Es sólo cuestión de tiempo y de disponibilidad para acompañar el proceso, como todos los procesos evolutivos y madurativos que van a atravesar nuestros hijos", consideró.

De rutinas y métodos infalibles (¡que fallan!)



Consulté también a una pediatra, quien reseñó que "desde el nacimiento hasta aproximadamente los dos meses de vida, el bebé no es capaz de diferenciar el día de la noche, por lo que sus períodos de sueño/vigilia son aleatorios, quiere decir que van a dormir cuando lo necesiten en momentos y tiempos propios de cada uno". Y en ese sentido aconsejó a los padres "respetar estos tiempos y evitar mantener al bebé despierto para que duerma más de noche, ya que esto va en detrimento de un desarrollo adecuado, pero sí pueden proporcionar un ambiente distinto para el sueño nocturno y para el sueño diurno (siempre hablando del lactante hasta los dos meses de vida), como crear un clima más sereno, con luz más tenue y sin ruidos para la noche y un ambiente más acorde a la rutina de la casa para el día".

En conclusión, para la médica pediatra Celeste Celano (MN 127066) del Sanatorio Modelo de Caseros, "durante los primeros 60 días de vida, es normal que el bebé se despierte seguido durante la noche, sobre todo porque necesita alimentarse, por lo que hay que proporcionarle su alimento, ya sea pecho o leche maternizada".

En la misma línea, Ruda resaltó que "durante todo el primer año, a través de las rutinas que vamos estableciendo, los bebés van aprendiendo a diferenciar el día de la noche" y recomendó que "para esto no hay que sostener horarios rígidos ya que ahí es justamente cuando podemos generar algún trastorno de sueño al no respetar el sueño natural del bebé y forzarlo a adaptarse a las rutinas ya establecidas en nuestro hogar".

De este modo –para ella–, "se prioriza que todo esté bajo control y organizado y no se respetan las necesidades del bebé, lo cual muchas veces genera lo contrario, ya que si no tiene sueño podemos estar mucho tiempo tratando de hacerlo dormir generando un estado ansiedad y malestar y suponiendo que nuestro hijo 'sólo quiere upa', 'no quiere dormir', 'no duerme nada', 'tarda mucho en dormirse' o por el contrario, no hacerlo dormir porque 'es la hora de la cena y si se duerme ahora después se despierta enseguida' generando un estado de irritabilidad en el bebé".

"A partir de los dos o tres meses el bebé ya empieza de a poquito a discernir día y noche. Y si bien va a continuar despertándose ocasionalmente, ya no tantas veces como al principio", explicó la pediatra, quien detalló que "las causas pueden ser variables: hambre, cólicos propios del lactante –que suelen doler o molestar más de noche–, que tenga el pañal sucio o simplemente que necesite contención. Generalmente la dentición, cuyo proceso se inicia desde el quinto mes aproximadamente (dependiendo de cada bebé), no genera despertares nocturnos debido al dolor ya que las manifestaciones de dolor son igualmente día y noche". Y aclaró: "Los padres deben saber que el bebé se está adaptando a una vida extrauterina y que muchas veces necesita estar cerca de su mamá para sentir la sensación de cuando estaba en su panza".

"SI EL BEBÉ LLORA ES PORQUE NECESITA ALGO, AUNQUE A VECES SEA SOLAMENTE BRAZOS Y CALOR. SI NO NECESITA NADA, NO LLORA"
La psicóloga coincidió: "De a poco su rutina de sueño se irá estableciendo y luego se podrá ir modificando paulatinamente acorde a nuestra dinámica particular. Para ayudar a nuestro hijo a diferenciar el día de la noche, podemos hacerlo con rituales flexibles y tranquilos, induciendo el momento de ir a dormir con ambiente de calma, luz tenue, música, cantos, con contacto físico y balanceo, ya que esto último es una necesidad estructural de todo bebé".

Tras referir que "a partir del séptimo y octavo mes los despertares suelen ser más frecuentes nuevamente, ahora, por lo que se conoce como la 'angustia de separación' comúnmente llamada 'angustia del octavo mes', que es cuando el lactante comienza a entender que su mamá y él no son la misma persona", Celano advirtió que "en este momento el llanto se hace más intenso, y la contención más necesaria".

Para calmar ansiedades y ayudarnos a entender que los bebés se despiertan casi exclusivamente porque son bebés, la pediatra insistió: "Los trastornos no fisiológicos relacionados con el sueño son varios, pero si nos referimos a un bebé sano y con desarrollo neurológico adecuado, el mayor porcentaje de despertares se lo llevan los trastornos conductuales, es decir, la relación del bebé con su entorno familiar, mamá y papá, y ocasionalmente hermanos. Para que un bebé duerma bien, necesita de un entorno tranquilo y continente".

Sobre los conocidos métodos para generar conducta de sueño, Ruda consideró que "ante la necesidad de que nuestro hijo se duerma (y no nos moleste) apelamos a procedimientos que proponen enseñar al bebé a dormir y dejarlo llorar por espacios de tiempo hasta que se duerma solo". "El método Ferber (o Estivill) no enseña a dormir sino que el bebé termina durmiéndose sobreadaptado, con angustia: ya sin llorar porque entendió que ese llanto no es interpretado como una necesidad sino que fue subestimado", sintetizó la especialista.

"Yo no comparto el método Ferber. Si bien a algunas familias les resulta beneficioso, soy partidaria de que el bebé necesita sus tiempos para adaptarse al sueño/vigilia y muchas veces es la misma ansiedad de los padres lo que no permite el sueño adecuado", coincidió la pediatra, para quien "no existe un método para que un bebé duerma toda la noche, más que tener mucha paciencia y asegurarse de que esté confortable".

La verdad es que quienes lo aplican aseguran que el método funciona, "pero no tiene en cuenta las emociones del bebé o, mejor dicho, las ignora", opinó Ruda, quien explicó: "Si el bebé llora es porque necesita algo, aunque a veces sea solamente brazos y calor. Si no necesita nada, no llora. Los bebés no lloran por capricho, ni nos toman el tiempo ni mucho menos el pelo. El llanto de un bebé es la única manera de comunicarse y de expresar que algo les pasa, y estará en el adulto la función de decodificar e interpretar ese llanto y responder según las necesidades del bebé".

A los motivos médicos que pueden obstaculizar el "buen dormir" de un bebé, la psicóloga agregó que "hay momentos en los que aparecen los terrores nocturnos y pesadillas y generan despertares nocturnos".

En la última visita a la pediatra de #hijo le hice saber mi inquietud por que él esté bien. "Listo, yo me resigno, no duermo nunca más, ¿pero a él no puede hacerle mal descansar tan poco?", recuerdo que le dije. Y la misma duda le transferí a la psicóloga que consulté para la nota. A lo que Ruda respondió: "El mejor diagnóstico para evaluar si el sueño del bebé es insuficiente, duerme mal o tiene un verdadero trastorno de sueño es observar cómo se comporta cuando está despierto. Si está somnoliento, con poca capacidad de concentración, irascible, fastidioso, o bien si tiene momentos en que se queda dormido en cualquier lugar y posición, realizando alguna tarea. Como también si duerme demasiado". Ok, no es el caso de #hijo.

Sigamos.

"También podemos hablar de causas más psicológicas del dormir en un bebé, como puede ser un bebé estresado, un bebé que vive en un clima de peleas constantes, de excitación, donde los momentos previos a ir a dormir son totalmente desorganizados". Tampoco es el caso (por suerte). ¿Entonces?

Lactancia y colecho, ¿atentan contra el dormir?


Otra cuestión que siempre se pone en juego cuando hablamos de "sueño infantil" es su estrecha relación con la lactancia y el colecho.

Es cierto que los bebés amamantados se despiertan más que un bebé que se alimenta con leche de fórmula ya que la última es más pesada, llena más y se digiere más lento, con lo cual el bebé está más tiempo lleno. La leche materna se digiere más rápido y es más liviana, con lo cual el bebé tiene hambre más rápido. A su vez, el contacto físico, el olor de la madre, sus latidos, su calor, sus brazos y contención son una necesidad básica, tan básica como alimentarse y vestirse. Con lo cual, cada vez que el bebé llora puede ser porque necesita cualquiera de estas opciones.

"Dar el pecho no es solamente dar alimento. Los bebés que son alimentados a pecho exclusivamente, van a pedirlo no sólamente por hambre, también como un mimo, como un chupete y también porque es la manera en la que aprendieron a conciliar el sueño. A medida que se va logrando el destete, van a ir encontrando otras maneras de dormirse o bien, a medida que van madurando en su sueño y empiezan a dormir más horas de corrido, se va ocurriendo el destete de forma natural", aseguró Ruda, para quien "el colecho generalmente ayuda a que el sueño del bebé sea mejor ya que estar en contacto con la madre le da tranquilidad absoluta, se siente contenido y sostenido". Además, compartir la cama "ayuda a regular la temperatura corporal así como a mantener un estado de calma al son de los latidos de su madre y en los momentos de despertares nocturnos su mamá está muy cerca para atenderlo, lo que genera seguridad y permite a la madre descansar un poco mejor".

"Por otro lado –continuó la psicóloga–, si queremos pensar en las contras del colecho o en qué situaciones el colecho no facilita el dormir de todos, hay que decir que tener al bebé tan cerca en alguna madres puede generar un estado de alerta constante, con lo cual no logra descansar del todo. Y muchas veces, sin darse cuenta, hasta termina despertando al bebé tapándolo, moviéndolo de posición o simplemente meciéndolo cuando ella supone que el bebé está despierto y sin embargo está haciendo algún ruido pero sigue dormido".

"LOS BEBÉS QUE TOMAN TETA VAN A PEDIRLA NO SÓLO POR HAMBRE, TAMBIÉN COMO MIMO, CHUPETE Y TAMBIÉN PORQUE ES LA MANERA EN LA QUE APRENDIERON A CONCILIAR EL SUEÑO"
En tanto, en este punto, la pediatra no coincidió con la psicóloga: "Yo desaconsejo el colecho y recomiendo en el caso de contar con una habitación más, que a partir del sexto mes el bebé debería dormir fuera de la habitación de sus padres".

Y finalmente, creo que di con lo que le pasa a #hijo. "En cuanto al bebé, a veces el tener el olor de la mamá y la teta tan cerca también hace que el bebé se despierte más seguido, aunque también se calma rápido teniendo a la mamá cerca. Podemos encontrar en este punto la contradicción del colecho", se sinceró Ruda, quien recomendó: "En caso que no funcione, se puede optar por poner al bebé del lado del padre, o pensar en cambiarlo de habitación o de cama, sin dejar de acudir siempre que el bebé lo necesite e ir practicando otros modos de dormirlo sin ofrecer el pecho en una primera instancia".

Según la especialista, "de a poco irá despertando menos e irá aprendiendo a conciliar nuevamente el sueño sin necesidad del pecho, pero paciencia, no se logra de un día para otro; si siempre se durmió de una manera, hay que darle tiempo para que pueda dormirse de una forma nueva".

En resumen, al parecer, ¡todos los niños terminan durmiendo en algún momento! "El mejor método para que esto ocurra es darle tiempo al proceso, observar a nuestro hijo para consultar si hay algo que nos llame verdaderamente la atención, seguir nuestro instinto despojándonos de los mandatos sociales y culturales y saber que lo normal es que un bebé se despierte de noche y que con disponibilidad las noches fluyen mejor", me tranquilizó la psicóloga.

Así las cosas, todo indica que este estado de somnolencia permanente que me acompaña hace más de un año un buen día llegará a su fin. Siempre es bueno saber que lo que pasa en casa no es muy diferente de lo que ocurre en otros hogares. Y que nuestros dramas no son tales, sino que forman parte del crecimiento natural (de nuestro bebé y de nosotros como padres).

Y si ellos no duermen, no duerme nadie (un video final para ponerle humor)
Fuente: Infobae

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