¡Oh María! ¡Madre admirable!
A tus ojos venimos para meditar
Tus virtudes y celebrar tus alabanzas.
Tú serás durante este Quincenario el
Objeto ideal de nuestra contemplación;
Tú el centro y pábulo de nuestro sentimiento;
Tú el imán de nuestros deseos: muéstrate,
Pues tan bella, tan perfecta como eres,
A través del grosero y velo de nuestra carne;
Disipa la niebla de nuestro entendimiento
Para que te conozcamos con nítida claridad;
Reanima las fuerzas perdidas del corazón para así
Amarte como bien lo mereces; subyuga la voluntad
Rebelde y pervertida a los santos mandamientos
De tu Divino Hijo.
Así esperamos, Madre, no obstante nuestra
debilidad y miseria; no permitirás que una
alma y un corazón que desde hoy se te consagras
de veras, permanezca indigno a Ti y fuerza
de la Ley y el Amor de tu Hijo.
Así mismo, esperamos que al crecer
Nuestra gratitud, crezca también el número
De tus devotos, practicando más y más tu culto de
Veneración y propagando la devoción a tu
Asunción Gloriosa Amén.